martes, 26 de enero de 2016

Wilder Wein

Es de noche. Quizás el peor momento del día porque la mente pone en funcionamiento muchos pensamientos: algunos de ellos buenos, algunos de ellos, como en mi caso la mayoría de las veces, malos.

Esta es una de esas noches en las que preferiría estar dormido o, simplemente, poder dejar de pensar. ¿Pensar en qué?, os preguntaréis. Pues bien, pensar en la persona que me llena y complementa; pensar en la persona, que, sin hacer nada, solo estar, ya me saca una sonrisa e ilumina un alma que llevaba años apagada y abandonada a la deriva, como un barco fantasma que solo algunos que se adentran demasiado en alta mar ven.

La persona que os digo es la persona más maravillosa que os podáis imaginar, es el vivo retrato de la perfección según como yo la entiendo: su sonrisa, sus ojos, su boca, su forma de ser…

Es de esas personas que en cuanto la conoces te llama la atención, de esas personas que, de alguna extraña forma, sin saber muy bien cómo, sabes que van a formar parte de tu vida de una manera especial.

Después de deciros en qué pienso os preguntaréis, si no habéis abandonado el relato, ¿por qué yo, pensando en esa persona especial, preferiría estar dormido? Sin embargo, la pregunta que yo me hago es si todo lo anterior es la realidad o simplemente la realidad que yo he querido creer como verdadera.

Muchos y muy buenos amigos han querido quitarme la venda, una venda con la que me iba dirigiendo hacia un precipicio a paso lento pero seguro, como si de un coloso con una piedra a sus espaldas se tratase, un precipicio del que yo había sido avisado, del que sabía que seguramente sería casi imposible salir, en el que solo me esperaban huracanes y oscuridad; oscuridad como la que había tenido mi alma durante tanto tiempo.

Por eso mismo me aseguré de fijar una cuerda en lo alto del precipicio, para poder volver a subir con esa persona.

Y salté.

Pude cogerla del brazo, me sonrió, me abrazó y me besó. Breve pero intensamente.

Suficiente. Suficiente para que haber saltado al vacío mereciera la pena.

La ayudé a coger la cuerda y subir. Subimos unos metros hasta que sin previo aviso esa persona me miró un breve momento y cortó la cuerda para dejarme caer.

Caí.


Y sigo cayendo. Y aquí me encuentro, en la noche, en la oscuridad, sólo, aún con esperanza de que esa persona especial vuelva algún día a rescatarme. Rescatarme del abismo de mi mente. Que vuelva para rescatarme de mí mismo.

domingo, 13 de marzo de 2011

Infierno

Me gustaría que opináseis quienes vean estas historias para decirme si debo hacer de los relatos hechos más capítulos o si debo hacer más historias pero independientes (o ambas cosas). Gracias a todos.

Infierno

Ese verano había decidido hacer un viaje, de al menos una semana, que se saliese de los típicos destinos a los que todo el mundo iba: y ese destino que había elegido era África.

Quería alejarme de las ciudades, de la tecnología, sentir el ambiente salvaje y natural que caracteriza al continente.

Me daba igual el país, lo único que pedía era que fuese en un campamento donde me alojase y que un guía de la zona me enseñase un poco cómo era todo por allí. Además, quería hacer el típico safari que a veces sale por la televisión.

Tras haberlo organizado y concertado con la agencia de viajes, tuve que esperar pacientemente varios días para por fin irme. El vuelo fue largo, pero se hizo ameno gracias a la película que pusieron y a la cabezadita que eché. Cuando llegué y recogí la maleta me sentí, por primera vez en mucho tiempo, una persona importante porque me esperaba el guía en la puerta con un cartel donde ponía mi nombre.

Nos metimos en el coche y salimos en dirección al campamento; todo iba de maravilla: estaba en mitad de un continente nuevo para mí y todo se presentaba favorable al descanso.

Se presentaba.

De pronto oímos una fuerte explosión detrás de nosotros: acaba de ser bombardeado el aeropuerto del que acabábamos de salir; aún sin salir de nuestro asombro, volvimos a la cabeza hacia el frente para volver a quedarnos perplejos: ¡había tanques cortándonos el paso!, mientras un grupo de militares colocados en fila empezaba a abrir fuego contra todo ser viviente que pasase por allí, incluídos nosotros.

El guía, rápido de reflejos, me agachó para que me cubriera; al cabo de poco tiempo estábamos en mitad de una lluvia de plomo que traspasaba los cristales del coche sin encontrar resistencia.

Cuando pararon de disparar empecé a mirar a mi alrededor: el chófer, mi guía, no había corrido la misma suerte que yo, había muerto.

Ahora me encontraba allí, solo, con un grupo de militares dispuestos a matarme sin saber por qué y sin guía.

Me encontraba en el mismísimo infierno.

¿FIN?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Sin rendición

Dedicado a todos aquellos que piensan que no podrán alcanzar ese amor que tanto desean.

Por supuesto ni soy John Keats, ni Bécquer, ni nadie que se le parezca. Pero esto es lo que tengo y esto es lo que doy.

Sin rendición

Caerá la valentía de los valientes,
Caerá el miedo de los miedosos,
Caerá el escepticismo de los escépticos,
Caerá la confianza de los confiados.

Con ellos caerá la muralla,
La muralla que nos separa.

Caerá el rencor de los rencorosos,
Caerá la bondad de los bondadosos,
Caerá la locura de los locos,
Caerá la cordura de los cuerdos.

Pero no podrán tirar,
Mis deseos de amar.



Día de sol y lluvia

Dedicado a una chica soriana que dio vida al personaje de esta historia. Gracias Nuria.


 Día de sol y lluvia

Y el cuerpo de la chica de los cabellos rojos yacía inmóvil en el suelo bajo la fría lluvia...

[12 horas antes...]

Hoy se levantaba contenta, sabía que había llegado el día, ese día que tanto había esperado desde que le habían dado las vacaciones de verano. Hoy había llegado el día en que ese chico iría a su pueblo a visitarla para pasar el día con ella. El chico medía alrededor del metro ochenta y cinco, era guapo y practicaba un deporte que ambos tenían en común: el fútbol.

Desde hacía un tiempo le quería, bastante además; por eso hoy iba a ser un día especial: se lo diría, le declararía su amor.

Se vistió, se lavó la cara y salió a la calle parándose un momento para respirar hondo aquel típico olor a día veraniego, día de vacaciones, día especial...

Sin más entretenimiento se fue al punto donde había quedado con él, llegó pronto: una hora antes más o menos. Estaba sola en la calle, aún los chavales no habían salido a pasear por la calle; de pie esperaba con sus zapatos de tacón, sus pantaloncitos cortos, su camisa lisa con un dibujo en la parte delantera, con su cabello rojo suelto y brillante y con una sonrisa que deslumbraba a todas las personas ausentes que la pudieran ver.

Estuvo esperando una hora, de pie, sin arrugarse ni un solo momento, eso sí, a veces impaciente porque llegara ya el autobús en el que el chico iba.

Por fin, y tras un cuarto de hora de retraso, vio aparecer al fondo de la carretera un autobús; mientras miraba sonreía, mientras sonreía notaba como el corazón aceleraba su pulso, mientras que el corazón aceleraba su pulso parecía como si el tiempo fuese cada vez más lento y más lento...

Llegó ya el autobús, empezó a bajar gente, gente... pero él no estaba entre ella... miraba una y otra vez para poder distinguirle, para saludarle, para tirarse a sus brazos, para por fin verle en persona por primera vez...
cuando ya había perdido la esperanza de que estuviera en ese autobús le vio, lo miró de arriba a abajo, de abajo a arriba, si es que cada vez le parecía más guapo... Su intención fue avanzar para saludarle, abrazarle y susurrarle al oído un "te quiero", pero no pudo; su cuerpo no le respondía, se había quedado embobada mirándole, vio que se acercaba, pero aún así no parecía que fuese a reaccionar.

Al fin, cuando el chico le saludó y le dio dos besos, ella solo pudo tartamudear un simple "hola"... "¿¡¿¡¿UN SIMPLE HOLA?!?!? ¿¡¿¡¿PERO TÚ ERES TONTA?!?!?" pensó. Se puso roja, no sabía donde meterse; el chico tampoco, realmente él había ido al pueblo de la chica para decirle a la cara lo mucho que la quería, pero no sabía si ella le iba a corresponder.

Tras unos cuantos intentos de comenzar una conversación que no pareciese absurda, la chica le propuso ir a comer a algún lado. Comieron durante un largo rato: ella un plato de carne con patatas, él un plato de pasta. Terminaron de comer y se fueron a pasear.... ya habían pasado tres horas desde que el chico había llegado al pueblo, ¿a que esperaba? ¿cuando le iba a decir que le quería?

Tras un rato paseando en silencio, ella y él parecían haber estado pensando en lo mismo, pues a la vez empezaron conversación con la misma pregunta: "¿Y qué tal te va todo? ¿Qué tal de amores?"; se callaron, también a la vez, avergonzados de habérselo preguntado al mismo tiempo; se miraron y cruzaron la mirada los ojos marrones oscuros de ella, marrones aún más oscuros los de él... no era normal aquello... se empezaron a reír sin más motivo, por toda la tensión acumulada que tenían en sus cabezas.
Y por fin se cogieron de la mano.

Se pararon al finalizar el pueblo, miraron el paisaje, volvieron a mirarse, y cuando la chica abrió la boca para decirle lo mucho que le quería... "¡¡¡Qué pasaa!!! ¿Qué tal todo?... ¡Oh! ¿Quién es él?" los amigos de la chica les interrumpieron, pero no con maldad, sino por simple casualidad.

Pasaron el resto de la tarde con los demás, siempre juntos pero ya sin darse la mano, siempre independientes el uno del otro pero sin dejar de lanzarse miradas furtivas que querían decir mucho más de lo que decían a simple vista.

Por fin los amigos se fueron por su camino y ellos dos se volvieron a quedar solos, solo quedaba media hora para que el chico se fuese y aún no le había dicho nada...

Fueron volviendo hacia la parada del autobús que vendría a recogerle para llevarle de vuelta a su casa. Cuando llegaron, se sentaron en un bordillo, en silencio... y mira que durante el rato que habían estado con los amigos se habían reído con ellos y de chistes independientes que se habían contado entre ellos dos.

Volvió la tensión... pero ella no estaba dispuesta a dejarle marchar sin decirle lo que sentía, no. Lo volvió a intentar y esta vez también la interrumpieron... no los amigos, no las personas... algo que no entiende de momentos: la lluvia... esas nubes que se habían formado hacía diez minutos y que ahora empezaba a caer con fuerza sobre el pueblo.

Corrieron a buscar un refugio, que encontraron a pocos metros, debajo de un balconcito; habían pasado poco tiempo bajo la lluvia, pero suficiente como para que su ropa estuviese húmeda. Comentaron la lluvia y cómo se había estropeado el día hasta el momento en el que el autobús llegó.

Se despidió del chico, visiblementellendo, a la chica se le llenaba el corazón de una terrible tristeza...

No aguantó más, salió corriendo bajo la lluvia por la carretera, por la que en ese momento solo estaba el autobús, gritándole, detrás del autobús: "¡¡¡VUELVE!!! ¡¡¡NO TE VAYAS!!! NO TE LO HE DICHO: ¡¡¡¡¡¡TE QUIEROOOO!!!!!!"

Siguió corriendo, tan rápido como podía, calándose hasta los huesos, no le importaba la lluvia, no le importaba nada, simplemente quería que volviera, quería decirle, aunque solo fuera decirle que le quería... por desgracia pisó un bache de la carretera y su tacón se rompió... cayó al suelo y se golpeó fuertemente la cabeza.
Pasó el tiempo...

Y el cuerpo de la chica de los cabellos rojos yacía inmóvil en el suelo bajo la fría lluvia...

Lo siguiente que recordó fue abrir los ojos y ver una figura borrosa que corría hacia ella, su olor le resultaba familiar... y su voz, aunque estuviese quebrada por la angustia que sentía en ese momento... todo en esa figura le resultaba familiar, pero no consiguió distinguirla... volvió a perder el conocimiento.

Más tarde se despertó, abrió los ojos... no podía ser, hacía un momento estaba lloviendo, estaba tumbada en la carretera... esto no tenía nada que ver... estaba seca, calentita, había techo, un mueble... era su habitación. Miró alrededor, todo estaba normal, como siempre... excepto una cosa... había una persona sentada llorando en una silla a su lado...

No... imposible, no podía ser... ¿¿Era él?? se incorporó en la cama como un resorte, la persona levantó la cabeza y, con los ojos rojos, esbozó una sonrisa...

Si, era él... ¿pero que hacía allí?, pronto lo supo pues comenzó a hablar rápidamente: "Volví, no podía irme sin decírtelo, hice que el conductor parase y volví corriendo al pueblo para decirte que te quiero, que no puedo estar sin ti... pero cuando te vi allí tirada en la carretera me temí lo peor, llamé a un medico, te trajimos aquí y me dejó a tu cuidado...".

La chica no podía creerselo... había vuelto solo para decirla lo que ella había querido decirle durante todo el día... no se lo pensó dos veces y se lanzó a él, le abrazó, le besó, le dijo lo mucho que lo quería, le volvió a besar... rompió a llorar, de alegría, de amor, de alivio... su sueño se había cumplido.

FIN

El comienzo

Hola a todos! Empiezo este blog porque últimamente mi mente no para de sorprenderme en los momentos más impensables con historias que a cada segundo que pasa toman forma y se desarrollan de manera que necesitan... más bien me piden a gritos que sean escritas.

Por esto, voy a compartir esas "divagaciones" que a veces se producen en mi cabeza... pues para algo han de servir, ¿no? =)

Por último me gustaría comentar que estas historias (y demás) NO son copiadas, sino íntegramente mías. Por supuesto no sé si escribiré todos los días o no porque como supondréis estas historias pueden no salir, salir de vez en cuando... o salir en tromba.

De todas formas... ¡disfrutad! ;)